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Tránsfugas como cancha


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José Luis Ayala
08/05/2021

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En la jerga política se denomina tránsfuga, a la persona que cambia de partido o agrupación política de acuerdo a intereses personales y no precisamente doctrinarios. Es un hecho carente de ética y denota sin duda, una increíble ausencia de principios cívicos, morales y ciudadanos. El transfuguismo es un acto de deshonestidad política, generalmente se produce entes como inmediatamente de un proceso electoral. Al tránsfuga se le conoce también con el apelativo de canalla político, debido a que es capaz de abandonar una postura anterior para emigrar a otra tienda política, con tal de conseguir, satisfacer sus apetitos y objetivos personales.

El tránsfuga generalmente es el más fanático de todos los antiguos militantes “puros y sinceros”. Es capaz de agredir física como verbalmente al “enemigo”. Pero es incapaz de sostener una discusión ideológica y doctrinaria, porque sería asumir una nueva tarea: desdecirse, decir que no dijo lo que dijo antes. Afirma que fue traicionado y renunció a su anterior tienda política, debido a una evidente falta de principios políticos, de ética y moral.

Generalmente habla mal de la agrupación política que lo cobijó hasta un determinado momento en que se dio cuenta, que no podría forjar una carrera política. Menos ocupar un lugar en la jerarquía para alcanzar poder y representación. Entonces, discrepa desde el punto de vista doctrinario, arguye todo pretexto para migrar con tal de conseguir un grupo de amigos que lo acojan.

De esa manera se convierte en un topo, en una persona útil y capaz de cumplir tareas ingratas. Se encarga de insultar, agredir y provocar. Marcha contra los “enemigos” que son sus antiguos amigos para desacreditarlos. Pero sabe que su nombre aparecerá en las planillas de fin de mes. No obstante, es considerada como una persona nada leal a sus principios.

Generalmente es el perro bravo del partido o agrupación política. El bulldog capaz de ladrar y morder a quienes, se atrevan a señalar la carencia de principios ideológicos, que debe tener todo partido político. Es un insultador profesional, bien rentado, un provocador profesional a tiempo completo, un canalla capaz de dar una puñalada por la espalda al “adversario”. No hay más fanático, terco y bruto que un tránsfuga. Es leal ciento por ciento mientras tenga prebendas, préstamos de Cooperativa de Créditos como de los Bancos.

Sin embargo, antes que acabe el poder político de la casa que momentáneamente lo alberga, apenas como se convocan a elecciones, busca contactos para migrar con “honor y honestidad” a otra entidad política. Carece de una foja limpia de servicios ejemplares a la Nación Peruana, sino como dijo Juan Mejía Baca en referencia a Javier Alva Orlandini: “No tiene currículum vitae, sino un frondoso prontuario”.

El tránsfuga es un traidor consciente, un desertor sin escrúpulos carece de principios éticos y morales. Joseth Casrner al referirse a la personalidad de Judas Hiscariote dice: “Judas era el discípulo más querido de Jesucristo. Una tarde que alguien se atrevió a alzarle la voz, Judas lo atacó con un cuchillo y le hizo un corte en la mano. Jesucristo le pasó tres veces las suyas sobre la herida y sanó. Luego dijo: Es normal discrepar y no creer si no se tiene fe en la verdad”.
El tránsfuga es un Judas moderno, un político mal reciclado. Un traidor capaz de apuñalar a quien sea con tal de obtener sus obscuros objetivos. Todo arribista político es también un Judas moderno. Pero todo tránsfuga termina como Judas, lo malo es que no se ahorca en una plaza pública como debería hacerlo, hasta en eso los tránsfugas son desleales con el ejemplo de Judas.

Un tránsfuga es un prófugo ideológico, un fugitivo moral, un ciudadano deshonesto que abandona un partido para recalar en otro. Sucede también que después de haber sido electo, cuando menos se piensa, abandona la tienda política por la que fue electo y migra a otra. Muchas veces es requerido para contar con su voto y establecer un específico peso para imponer leyes. Es el que más cuesta porque nada es gratis en la política criolla.

Todo tránsfuga político es un traidor carente de escrúpulos. Sin embargo, el ideólogo es mucho más peligroso, debido a que conoce debilidades, grandezas y miserias del partido abandonado. El transfuguismo en el Perú es normal. Sin embargo, se pretendió acabar con esa deshonestidad cuando el Congreso aprobó una ley contra el transfuguismo el 21 de junio del 2005, pero no fue sometida a un debate.

Eso de que otorongo no come a otorongo, es verdad. ¿Qué se puede esperar de un Congreso que aloja a una gran cantidad de tránsfugas? Nada.

¿Los tránsfugas imitarían a Judas? No, janiwa, manan papay, imposible. Judas tenía una mejor formación ética y moral.

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