Miércoles, 01 de mayo 2024 - Diario digital del Perú

El «que se vayan todos» encierra una trampa para la voluntad polular


J. Carlos Flores Vargas

J. Carlos Flores Vargas
04/03/2022

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Hasta el connotado periodista César Hildebrandt y varios personajes de izquierda se muestran de acuerdo con la consigna «que se vayan todos» pero esta exigencia encierra una trampa.

No se debe olvidar que, al final de cuentas el » que se vayan todos» nació de la derecha y se traduce en «que se vayan todos… para traer más de lo mismo».

Los mecanismos de esa trampa se explican a continuación:

Judicialización de la política

Es el uso del sistema de justicia para fines políticos y esto de ha visto claramente con la aparición «oportuna» de investigaciones fiscales en contra de políticos incómodos en el primer tramo del gobierno de Pedro Castillo.

Aunque lo diga por desesperación, Aníbal Torres no deja de tener razón cuando dice que parte del Ministerio Público se presta para juegos políticos.

Sinesio López va más allá y menciona al Tribunal Constitucional y, por ende, a los magistrados más poderosos como parte del estado capturado por intereses mercantilistas.

Legislación antidemocrática

Con operadores de justicia capturados por mercantilistas lo siguiente es establecer un marco legal para que las autoridades no sean elegidas por el ciudadano sino, al final de cuentas » depurados» por jueces y fiscales controlados por grandes intereses.

Un ejemplo de este marco legal es el impulso a la norma que prohíbe a los investigados por delitos postular a elecciones.

Aparentemente es un filtro para que los indeseables no postulen pero, en el fondo, le da facultad a un fiscal corrupto para sacar de carrera a un político abriendo una investigación con cualquier excusa, incluso sembrando un «colaborador eficaz».

Volar cabezas

Si antes era necesario decapitar al líder de un grupo rebelde, ahora basta con encarcelarlo o recurrir al linchamiento mediático.

De esa manera se evita el surgimiento de liderazgos incómodos de manera que un político peligroso como Antauro esté en la cárcel y una no menos peligrosa como Keiko tenga todas las facilidades para seguir postulando.

Ni un solo peruano pondría las manos al fuego por un juez o un fiscal, salvo, quizá, Carhuancho o Domingo Pérez. Fuera de ellos, toda decisión de un magistrado parece tener precio y dirección política.

Viendo los antecedentes es inevitable concluir que en un probable escenario de nuevas elecciones, la oligarquía peruana recurra con más diligencia a sus mecanismos de control político de la sociedad peruana.

Entonces ya no habrá siquiera el espacio para que un político no financiando por ellos llegue a la presidencia o al congreso.

Si se ve en perspectiva, para los oligarcas peruanos Castillo fue un accidente que jamás debió ocurrir. Veronika y Lescano estaban bien controlados mientras Keiko, De Soto o el ex arquero eran, prácticamente sus caballos de carrera a quienes apostaron sectores al interior se los grupos de poder.

Viendo así es bueno preguntarse dos veces qué tipo de elecciones nos esperan con la corrupción de periodistas, políticos, magistrados, financiamiento condicionado, grupos de ultraderecha violentos y demás.

Como diría un gran narrador deportivo: ¡No vale parpadear!

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