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El orgullo de ser puneños


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Guillermo Vásquez Cuentas
29/01/2023

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Hay que conocer lo que se quiere, lo que se ama. Los puneños queremos entrañablemente nuestra patria chica, y para quererla más aún debemos conocer cuando menos lo suficiente de ese que­rido rincón del planeta tierra. Permítaseme entonces intentar un recuento de las características más saltantes de la región puneña y su gente.

La gran meseta

Los puneños nacimos en ese gran macizo que la cordillera de los Andes muestra casi a mitad de su recorrido por la costa occiden­tal de Sudamérica y que se conoce como Meseta del Collao o Al­tiplano.

En medio de esta colosal protuberancia que Humboldt llamó el “Promontorio americano”, está el sistema hídrico formado por el Lago Titicaca sus ríos afluentes, el efluente rio Desaguadero y los lagos Poopó y Coipasa, ubicados en Bolivia.

La región de la meseta del Collao, muestra diferentes microcli­mas. Se dice que es tierra agreste e inhóspita, pero al mismo tiempo es uno de los lugares más bellos e interesantes del país. El gran lago y las cordilleras nevadas que resplandecen bajo el cielo altiplánico, han forjado el carácter de los puneños.

El poblamiento

A esa gran meseta, compartida hoy por Perú y Bolivia, llegaron los primeros grupos humanos hace 8 mil 12 mil años.

En suelo puneño fueron floreciendo pequeñas culturas, entre las que se cuentan como más antiguas no solo del Perú sino de amé­rica precolombina están las de Qaluyo, Cusipata y Pukara, desa­rrolladas por gentes puquinas y chipayas. Ellas fueron la antesa­la de la cultura Tiahuanaco cuya influencia, especialmente en el ámbito religioso y arquitectónico, se dejó sentir en casi todos los andes centrales.

Cuando Tiahuanaco florecía se produjo la invasión militar violen­ta de los atacameños y tarapaqueños descendientes de inmigran­tes polinesios. Irrumpieron desde la costa y fueron creando mu­chos reinos o señoríos, nombrados generalmente como “Kollas” durante el incario. Dominaron un amplio espacio, desde cerca del Cusco hasta más allá del salar de Uyuni, en el Nudo de Porko. Desde la llegada de los españoles, los Kollas son nombrados -has­ta hoy- como “aimaras”. Los uros que habían llegado mucho antes saliendo de la selva amazónica, poblaban algunos ríos y zonas lacustres. Los puquinas y uropuquinas fueron desapareciendo paulatinamente.

Los Incas, en el siglo XV, entraron en la meseta del Collao con­quistando a los grupos collas que habitaban tanto la parte alta como las tierras bajas. A algunos los sujetaron por la violencia, Otros pueblos como los Lupaccas y Pacajes, optaron más bien por aliarse a los Incas y establecieron vínculos de reciprocidad con los gobernantes cusqueños.

Los invasores españoles, ya establecidos en Cusco, tuvieron no­ticias de las riquezas que guardaba la región del Collao. Empezó así, la presencia hispana en el Altiplano.

Y así empezó a conformarse la sociedad puneña que subsistió du­rante la Colonia y la República, recibiendo gentes de otros luga­res, creando y practicando usos y costumbres, forjando su cultura con ciertas características diferenciales respecto al resto de nues­tro país, experimentando vicisitudes históricas que en conjunto marcaron y definieron el modo de ser de los puneños.

Puno, hoy

En la actualidad, el departamento de Puno es el quinto más gran­de del Perú con 72 mil km2. Mucho más de la mitad de esa ex­tensión es de sierra, una cuarta parte zona de selva, una décima y más de islas y área lacustre. La población proyectada al 30 de junio de 2011 llega a 1, 364 752 habitantes, ubicándose en el quinto lugar a nivel nacional. Hay ligero predominio de población rural, llegando a representar el 50,3 por ciento, la población ur­bana alcanza al 49,7 por ciento. Su división política presenta 13 provincias y 109 distritos.

Cómo es el puneño

En ese ámbito geográfico y social vive y vibra el pueblo puneño. Algunos historiadores y analistas de su realidad (como el cus­queño Tamayo Herrera por ejemplo) han dicho que los puneños tenemos una profunda riqueza espiritual, que somos sensibles, inteligentes y entusiastas por el arte popular, la danza, la músi­ca, la pintura, la artesanía y las letras.

Otros han dicho que ese profundo sentido artístico, que es parte de nuestra calidad humana, nos hace capaces de bailar ocho días en nuestras grandes festividades, mientras desafiamos con acti­tud espartana la rudeza de los fríos y los vientos.

Ser puneño es causa de satisfacción y orgullo por muchos, mu­chos motivos. En tierra puneña nacieron hombres que constru­yeron una brillante realidad cultural, prestigiaron sus orígenes y ocuparon sitiales de renombre nacional.

Sobreponiéndonos a la situación de atraso y pobreza que aun afectan a buena parte de nuestra población, queremos aproxi­marnos a aquella faceta a aquella parte de la realidad que a los puneños nos hacer ser orgullosos de nuestra tierra y todo lo que esta significa.

Orgullo puneño por sus prohombres

Estamos orgullosos –entre otras cosas- de ser pueblo “levantisco y de difícil sujeción” como lo demostraron Pedro Vilcapaza, Mi­guel de San Román Cuentas y Basilio Catacora, próceres de la In­dependencia. Luchadores indigenistas como Teodomiro Gutiérrez Cuevas, Juan Bustamante, Ezequiel Urviola, Santiago Giraldo, Carlos Condorena Yucra, Mariano Paq’o y otros.

Estamos orgullosos de Puno porque ha dado al país hombres de mérito indiscutible en todos los órdenes de la vida. Tuvimos has­ta dos presidentes de la Republica: Miguel de San Román Meza y José Rufino Echenique; y, en el amplio campo científico desta­caron nítidamente José Domingo Choquehuanca, José Antonio Encinas, Emilio Romero, Adrián Cáceres Olazo, Mercedes Bueno Morales, Ignacio Frisancho, Fermín Arbulú, Alberto Parodi Iso­labella, Mario Franco Hinojosa, Vladimiro Bermejo, Alfonso To­rres Luna, David Frisancho Pineda, Asunción Galindo, Manuel Núñez Butrón.

Estamos orgullosos de que el arte literario en sus distintos aspec­tos ha ganado justa nombradía entre los pueblos del Perú por el rasgo de su extraordinaria creatividad. Aquí no puede dejarse de rememorar aquel extraordinario colectivo literario llamado “Gru­po Orkopata”, liderado por Gamaliel Churata (Arturo Peralta) e integrado principalmente por escritores de la talla de Alejandro Peralta, Mateo Jaika, Emilio Vásquez, Inocencio Mamani, José Bedregal, Dante Nava, Eustaquio Rodríguez Arehuanca, Fran­cisco Chukihuanca Ayulo, Aurelio Martínez, Benjamín Camacho, Emilio Armaza. Al lado de ellos también están entre los más des­tacados hombres de letras, Carlos Oquendo de Amat, Lizandro Luna, Alberto Cuentas Zavala, Luis de Rodrigo, José Portugal Catacora. Y entre los periodistas, serán siempre recordados los hermanos Ernesto More y Federico More, así como José Solórza­no Castilla, José Torres, Víctor Villar, Gustavo Manrique, Juan Jiménez, Samuel Frisancho Pineda.

Estamos orgullos de nuestros grandes músicos como Theodo­ro Valcárcel, Edgard Valcárcel Arce, Alberto Rivarola, Rosendo Huirse, Gabino Pacheco, Castor Vera Solano, Jorge Huirse, Víc­tor Masías, Augusto Masías, Virgilio Palacios, Víctor Echave, Za­carías Puntaka, Néstor Molina, Julián Palacios, Víctor Cuentas Ampuero, Andrés Dávila, Parada Manrique y otros.

Estamos orgullosos de los artistas pintores como Víctor Huma­reda, Carlos Rubina Burgos, Amadeo Landaeta, Florentino Sosa, Carlos Dreyer, Juan Peñaloza, Genaro Escobar, Jorge Pardo del Valle, José Aguilar, Manuel Morales Cuentas, Francisco Montoya Riquelme, Juan de la Cruz Machicao.

Estamos orgullosos de haber tenido a Martín Chambi un fotógra­fo cuyo arte ha sido reconocido mundialmente.

Por supuesto que las menciones personales anteriores son in­completas porque han sido hechas solo como algunos ejemplos notables. Asimismo no están incluidas en esas menciones las per­sonalidades puneñas que durante las últimas décadas han en­riquecido en variedad y calidad la pléyade de nuestros grandes hombres y mujeres.

Más motivos de orgullo

Estamos orgullosos porque de nuestra tierra salieron los funda­dores del gran imperio de los Incas;

Estamos orgullosos de ser el origen de la papa que nuestros ante­pasados domesticaron para beneficio de la alimentación en todo el mundo y haberse convertido en el segundo cultivo en el planeta después del maíz. Ese orgullo es extensivo a la domesticación de la quinua, reconocido ya sin duda, científicamente, como el ali­mento más completo del universo.

Estamos orgullosos porque esos nuestros antepasados antiguos pobladores de la tierra puneña domesticaron la llama y la alpaca e hicieron que la fibra de este animal llegara a los confines del mundo, y además porque la alpaca aporta a la seguridad alimen­taria con la producción de carne fresca y seca de alto valor protei­co y bajo contenido de colesterol.

Estamos orgullosos de nuestra gastronomía, de nuestro sin igual Chayro que viene desde le preincario y que hoy es el emblemático potaje puneño que recorre los hogares altiplánicos sin distinguir condición social de quienes le rendimos constante tributo. En fin, estamos orgullosos del Chupe de quinua, de la Huarjata, el Pesq’e de quinua, el Thimpo de Carachi, el Cancacho, la Sajjta, la Hua­tia con su queso cauche, el caldo de cabeza, la tunta revuelta, etc.

Estamos orgullosos de que el mejor café del mundo sea puneño y de que ese café Tunki,-llamado así en homenaje al ave del mis­mo nombre o “gallito de las rocas”, ave emblemática del Perú-, continúe obteniendo galardones en cuanto concurso hay sobre la materia.

Estamos orgullosos de que Puno sea la cuarta ciudad más visi­tada por los turistas extranjeros. Orgullosos de nuestro recur­sos arqueológicos como son Sillustani, Pucará, Cutimbo, Tanka- Tanka; los templos virreinales en las ciudades de Juli, Pomata, Zepita, Puno, Asillo, Ayaviri, Santiago de Pupuja; las islas Los Uros, de Amantaní y Taquile.

Estamos orgullosos de ser una región rica en tradiciones, costum­bres y manifestaciones culturales, como son nuestras festivida­des, entre ellas la festividad de la Virgen de la Candelaria, tan popularizada a escala nacional y continental y que será declara­da como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad cuando los trámites iniciados concluyan.

En fin, estamos orgullosos porque…

Estamos orgullosos de nuestros sicuris que en sus diversas va­riantes representan el alma regional más profunda; de que ten­gamos un enorme cancionero de huayños pandilleros; de que sigamos gozando de la música de nuestras tradicionales estu­diantinas; de que el culto a la emblemática Pandilla Puneña crez­ca y se mantenga; de que tengamos centenares de danzas folkló­ricas y la capital del departamento sea la Capital del Folklore Peruano; de que hayamos alcanzado la cifra de 25 mil vicuñas bajo cría; de que los mayores depósitos de uranio en el Perú y de estaño en América, estén en Puno; de que la inestimable pro­ducción de oro haya dinamizado y siga dinamizando la economía regional, abriendo paso a una impresionante movilidad social; de que tengamos abundantes recursos hídricos; de que nuestra reserva el Parque Nacional Bahuaja Sonene se afiance en turis­mo vivencial; de que nuestro departamento tenga la mayor red de carreteras y caminos en el país; de que estemos avanzando aceleradamente en la exportación de productos agroindustriales, partiendo de la producción quesera y truchicola; de que el Presi­dente del Tribunal Constitucional sea puneño, de que…

En fin, estamos orgullosos -y muy agradecidos- de que nuestras madres nos hayan parido en Puno.

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[1] Parte del Discurso de orden de Guillermo Vásquez Cuentas con motivo de la celebración del 53 aniversario de fundación del Club Departamental Puno (11 de diciembre del 2014).

Aparece también en la presentación del libro de Bruno Medina Enríquez: PUNEÑOS EN LIMA. EN AQUEL TIEMPO, así como en el libro ESCRITOS POR LA PUNEÑIDAD del autor, que puede leerse o bajarse en punoculturaydesarrollo.blogspot.com

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