Miércoles, 01 de mayo 2024 - Diario digital del Perú

Crónica: Judith Machaca y Noemí Escobar en el pozo de Santiago Paco


J. Carlos Flores Vargas

J. Carlos Flores Vargas
21/03/2023

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Cristian Santiago Paco Mamani, la madre de su hijo, Diana Esmeralda Apaza Sairitupa; su padre, Jorge Aniceto Paco Cabrera y su madre, Nancy Marisol Mamani Huayhua fueron sentenciados a cadena perpetua por la muerte de Judith Machaca Cauna y Noemi Escobar Layme.

Judith tenía 20 años y Noemí 14 cuando fueron asesinadas y lanzadas a un pozo de 80 metros de profundidad. Desde el hallazgo de sus cuerpos en febrero del año 2021, la espera por la sentencia duró dos años.

El 20 de marzo del 2023, fueron sentenciados por secuestro con subsecuente muerte. La fiscalía apostó por lo práctico. Cristian y la que era su esposa fueron sentenciados como coautores y su padres, como cómplices primarios.

En esos dos años, Santiago Paco publicó un audio denunciando una supuesta organización de prostitución en la policía y luego huyó a Bolivia en compañía de otra mujer, abandonando a su esposa y a su hijo de dos años, pasaron meses y fue capturado.

Corresponde precisar las conclusiones del juzgado y dar un recuento del caso que conmocionó Tacna y al sur del Perú.

El zapato

La imagen que ha quedado impresa en la memoria del público como una horrible pesadilla, es la del zapato de cuero y tacones extraído del fondo de un pozo la tarde del 8 de febrero del año 2021.

Los pasadores aún estaban atados pero, un hueso, el peroné se distinguía claramente pues se había desprendido del cuerpo y escapó del calzado.

Esa prenda sirvió para confirmar la identidad de Judith. La necropsia a su cuerpo concluyó que luchó por librarse de los grilletes que aprisionaban sus muñecas, fue ahorcada y, a manera de remate, recibió un fuerte golpe entre el cuello y la base del cráneo.

No era suficiente horror. Muy cerca al cuerpo se encontró otro, el de una mujer muy joven que luego se identificó como el de Noemi Escobar Layme de apenas 14 años. La necropsia determinó que falleció de manera similar, un golpe entre cuello y la base del cráneo.

La excavación duró18 días. Semanas antes, la madre de Judith suplicaba por saber el paradero de su hija ante cámaras. La organizaciones de mujeres organizaron vigilias y marchas exigiendo que la policía actúe.

Eran tiempos de pandemia y, a la tragedia de las muertes por Covid-19 y el encierro por cuarentena, se sumó esta búsqueda que terminó de la peor manera imaginable.

El zapato de Judith.

Cabos sueltos

La pieza clave para el hallazgo fue el celular de Judith. Cuando la búsqueda parecía estancada los investigadores probaron rastrear el celular usando el código IMEI.

Grande fue su sorpresa cuando constataron que el aparato estaba activo pero con otro chip, el perteneciente a una mujer que transitaba en los alrededores del cono sur de la ciudad de Tacna.

El siguiente paso fue identificarla y ubicarla. Se llamaba Diana Esmeralda Apaza Sairitupa y, cuando fue intervenida e interrogada por el celular (19 de diciembre del 2020) dijo que su esposo se lo había regalado. Ni siquiera le había cambiado la carcasa y una calcomanía colocada por su fallecida propietaria.

Luego vino una sorpresa mayor pues el esposo era nada menos que un efectivo policial de área de desapariciones y secuestros, justamente la que recibió la denuncia sobre la desaparición de Judith.

No es un detalle menor que la búsqueda estaba estancada hasta que el fiscal a cargo, presionado por las marchas y vigilias, derivó la investigación de la unidad de desapariciones a la de homicidios donde probaron rastrear el celular usando el IMEI.

En este punto, un cabo suelto: nadie pudo explicar por qué Santiago Paco, siendo policía especializado en investigación de secuestros no destrozó el celular de Judith como sí lo hizo con el de Noemí.

El de Noemí fue triturado y solo quedó un pedazo de batería. Lo que correspondía si se quería ocultar todo rastro de ella.

En la bolsa se llevan algunos restos momificados hallados en al fondo del pozo.

Mafia de trata de personas

Lo que ha quedado como un boquete en todo el caso es el video que Santiago Paco publicó en su cuenta a mediados de febrero del año 2021.

En ese material, Santiago da nombres, cargos, situaciones y datos detallados sobre una supuesta organización que prostituía a mujeres y que identificaba a mujeres vulnerables a través de la información manejada por su unidad.

En esa versión señaló como principal responsable a su colega Jhon Choque Valdez. Narró que este mató a Noemí con su ayuda, que ella se prostituía y que, cuando ella amenazó con denunciarlo, Jhon la silenció con la muerte.

De igual manera, narró con muchos detalles su versión sobre la muerte de Judith en circunstancias similares.

“Choque le metió una bofetada fuerte ( a Judith), la tumbó al suelo, le puso unos grilletes y la empezó a ahorcar. Yo no sabía qué hacer. Choque me dijo que le agarre los pies, ya que ella lo estaba pateando. Todo fue muy rápido, hasta que ya no se movía. Ya era como a las 10:30 de la noche”, cuenta en los videos. Ojo con la hora, es un dato crucial.

La denuncia sobre su participación en una supuesta organización de trata de personas quedó entre los asuntos que nadie quiere resolver, pero su versión sobre la muerte de las dos jóvenes fue desbaratándose frase a frase.

Santiago en su laberinto

Lo nítido sobre la personalidad de Santiago es que jamás, nunca, bajo ninguna circunstancia se hace responsable, por sí mismo, de sus actos.

Lo supo en su adolescencia cuando robó un celular y sus padres lo encubrieron (como confesó en el proceso) hasta que escapó a Bolivia en compañía de otra mujer abandonando a su hijo de dos años y a la madre de este, enfrentando a la justicia.

Según contó su esposa Diana a la que conoció y desposó cuando aún estaba en la escuela de la policía, no era apegado a la bebida pero, cuando egresó, su comportamiento cambió.

Mató a Noemí Paco el 8 de octubre del año 2020 y siguió su vida con total tranquilidad. En ese entonces tenía 24 años, vestía el uniforme policial, era soltero y disponía de un terreno a las afueras de Tacna para llevar a sus eventuales parejas.

Los padres de Santiago orgullosos un día, cómplices al otro.

En ese lugar, sus padres criaban y sembraban. A un costado instalaron un corral para sus animales y, al lado opuesto, a unos 16 metros de las habitaciones, abría su boca, un pozo de 80 metros de profundidad.

Era su rincón del placer, tenía la privacidad necesaria para una buena borrachera y las habitaciones construidas con bloquetas de cemento disponían de colchones.

Siempre trasladaba licor a bordo, tuvo el éxito momentáneo y fugás de acostarse con muchas mujeres, incluyendo una colega y varias «civiles», como se dice en el argot policial.

Después de casi un año dio muerte a su segunda víctima. Era el 28 de noviembre cuando citó a Judith, la llevó al terreno y acabó con su vida.

Los detalles se darán un poco más adelante, pero en este punto es importante remarcar que, tras matar a Judith, fue al trabajo, comió, conversó, bebió y saludó con normalidad. Así lo vieron sus colegas.

En otros casos, suele ser el mismo homicida quien es traicionado por su consciencia y, suele delatarse a sí mismo. Por el contrario, Santiago era un témpano de hielo.

El 19 de diciembre luego de la detención a su esposa y cuando no podía negar que tuvo en su poder el celular de Judith, dijo que se citó con ella el 28 de noviembre pero que, tras conversar un rato tuvo una discusión y ella se fue olvidando su celular.

Fue detenido, pero el juez Yuri Maquera le dio libertad el 31 de diciembre. Por una ironía cruel, dictaron 18 meses de prisión preventiva contra su esposa Diana Apaza.

Una vez en libertad, Santiago volvió a sus labores, como si nada. En tanto, los parientes de Judith supieron que, en el terreno de la Yarada, se daba un inusual movimiento de vehículos de carga pesada que descargaron hormigón en el pozo.

La fuga eterna

Un 12 de enero del año 2021, los familiares avisaron sobre las maniobras a la autoridades. El 14, el Poder Judicial ordenó su captura pero Santiago eludió, nuevamente, sus responsabilidades.

Cruzó la frontera de Perú y Bolivia y no solo eso, sino que, una vez instalado en el país del altiplano, esperó a una muchacha de apenas 18 años llamada Yaneth Ruth Llerena Mamani.

Los policías sabían que Yaneth y Santiago sostenían una relación desde un año atrás. En abril del año 2021, ella abandonó su hogar y fue en busca de Santiago. Era cuestión de rastrearla para dar con él.

Entonces, los efectivos policiales que estaban a la caza de Santiago, dieron un dato valioso: Yaneth Llerena recibía dinero de su familia mediante transferencia bancaria. El destino era Bolivia, en la templada Santa Cruz.

El 5 de noviembre del año 2021, Santiago fue capturado cuando caminaba en plan de compras con Yaneth. A sus 25 años fue la última vez que pudo esquivar sus responsabilidades.

Días después, cruzó el puente internacional de Desaguadero con la certeza de que, por fin, tenía que aceptar las consecuencias de sus actos.

Santiago tras su captura y de regreso en el Perú.

El pozo del horror

A su regreso brindó una tercera versión de lo que pasó la noche del 28 de noviembre del año 2021. Nuevamente, las investigaciones lo desmintieron.

Poco después de las ocho de la noche, Judith salía de su trabajo en una tienda de celulares, recibió la llamada de un par de amigas, les dijo que no tenía planes. Una cámara la captó caminando sola cerca de su lugar de trabajo y no vieron más con vida.

Tenía enamorado, un tal Aldair Limache quien con pasaba algunas noches. Mantenía algún tipo de relación amical con Santiago, él tenía su número telefónico y la había agregado con el nombre Gabriela Vargas.

En su tercera versión, Santiago dijo que antes de llegar a su terreno, se dirigieron al bosque municipal de Magollo donde acabó con su vida.

Dentro de los pocos aciertos del fiscal, resalta la solicitud de un reporte de uso de datos del celular de Judith quien, estaba con vida y tenía en su poder el aparato.

La segunda versión de Santiago fue desechada pues aseguró que la noche del homicidio Judith estaba en casa de Jhon Choque, pero el reporte de la compañía de telecomunicaciones la ubicaba a esa hora en el terreno del pozo.

La búsqueda de los cadáveres tardó 18 días.

También, se descartó la tercera versión y se supo con certeza que la víctima estuvo por lo menos dos horas en el terreno del pozo. La tesis de la fiscalía es que llegó esposada, por lo cual tipificaron el hecho como un secuestro seguido de muerte.

Judith lucho por zafarse de la esposa. La necropsia encontró lesiones en sus muñecas y desmintió nuevamente a Santiago quien aseguró que la esposó cuando ya estaba muerta. Todo indica que, en realidad, la ahorcó dentro de su vehículo pero sin acabar con su vida.

Restos de humus y yerba impregnados a la ropa y a los zapados de Judith apuntan a que el lugar de su ejecución fue el corral ubicado al lado opuesto del pozo.

En el vehículo no se encontraron restos de sangre cuando lo examinaron con luminol, de manera que se tiene certeza de que, en ese corral, la estudiante de ingeniería ambiental, a sus 20 años fue rematada de un certero golpe a la base del cráneo, de igual manera que se sacrifica a una alpaca en algunas partes de la sierra.

La fiscalía se aferró a la declaración de Diana Esmeralda Apaza Sairitupa quien dijo que tuvo el celular de Judith en su poder a las 11: 30 para argumentar que estaba presente y fue coautora del hecho.

Respecto a los padres, se pudo determinar que habitaban el terreno y, sabiendo todo lo que pasaba, dejaron que su hijo actúe y, al contratar vehículos de carga pesada para transportar arena, ayudaron a encubrir el crimen.

Plegaria por Noemí

Noemí Escobar, de alguna manera fue, hasta el final «la otra víctima». Había vivido al margen. Su padre contó que era sometida a maltratos de parte de su tía y su madre por lo que escapó de su casa hasta en cuatro ocasiones en el año 2019.

Uno de los amigos indicó que le gustaba salir a a divertirse o, quizá, a evadir su dolor, tenía muchos amigos policías. Desapareció el 9 de octubre pero denunciaron su ausencia el 12 del mismo mes y la denuncia también la colocaron en la unidad de Santiago Paco.

Son lágrimas derramadas luego de conocida la sentencia.

Noemí estaba tan distante de su padre que este no sabía en qué ciudad vivía. Ni siquiera se enteró sobre su desaparición y, se reencontró, si cabe esa palabra, en el funeral.

Hay otra víctima, la más inocente: el hijo de Santiago y Diana quien tiene a sus padres y abuelos paternos en la cárcel. Tenía dos años cuando se dieron los hechos y hoy, está en edad de darse cuenta de la condición de sus padres.

Para el público esta fue una noticia triste pero, para los involucrados, fue una catástrofe. Santiago nunca confesó su motivo para terminar con la vida de sus dos víctimas. Quizá el fiscal acertó con la respuesta en medio del proceso: no soportaba el rechazo de una mujer.

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