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Los conflictivos de la izquierda


Milcíades Ruiz

Milcíades Ruiz
29/10/2019

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ANDINA/Difusión Mendoza ofreció incluir en el sistema previsional a quienes aun no forman parte de él.

Los anti izquierdistas se ha dado un gran festín disfrutando del divisionismo en la cúpula de Nuevo Perú. Le han dado gran publicidad para desprestigiar a la izquierda en su conjunto. Todos se han despachado a su gusto hablando del mal endémico de la izquierda y aprovechar el caso para mostrar que no solo la derecha es corrupta sino también la izquierda. Esta campaña obedece al temor que la izquierda levante en el electorado ante el desprestigio de los partidos de la derecha corrupta por naturaleza.

Esta es la “madre del cordero” y los conflictivos renunciantes a esa agrupación han colaborado con esta campaña mal intencionada. Pero la izquierda es mucho más grande que los minúsculos problemas de cúpulas. En su gran mayoría la izquierda no está partidizada y no debería confundirse el plano de las cúpulas con el plano de la izquierda del llano. En el seno del pueblo izquierdista no existen las pugnas de las cúpulas.

Esta situación no es nueva y no se trata de divergencias ideológicas sino de pugnas de posiciones mezquinas, aunque se revistan de ideológicas. Los conflictivos siempre son dañinos en toda organización. El dicho popular los cataloga como gente que “No están ni con Dios ni con el diablo”. Es que los conflictivos llevan consigo el síndrome de la tiranía de imponerse sobre los demás, con razón o sin ella. Respetan el voto mayoritario cuando les favorece, pero cuando les es adverso, arman bochinche y abandonan en mancha el debate.

Las pugnas no ideológicas y el poco respeto por los procedimientos democráticos ha sido una constante en los movimientos sin personalidad ideológica. La chabacanería de los conflictivos sabotea todo entendimiento. Suelen ser los que más hablan sin dar oportunidad a las ideas discrepantes. Pero la divergencia es un derecho legítimo y todos tenemos que acostumbrarnos a respetarla sin recurrir a ofensas ni escándalos. Por eso, los conflictivos vayan donde vayan fracasan.

Esa situación se veía venir cuando los conflictivos interpretaron mal el triunfo del Frente Amplio atribuyéndolo solo a la señora Mendoza que con mucha soberbia dijo que eran la segunda fuerza política nacional. La verdad es que ella con su ONG “sembrar” solo sacó dos congresistas, Tierra y Libertad 11 y los otros 8 grupos solo 7. No obstante, los conflictivos quisieron dejar fuera al dueño de la pelota y al no lograrlo salieron en mancha despotricando contra el ex cura.

Se sobrestimaron y la soberbia les hizo perder soga y cabra, pues la cruda realidad les hizo ver que sin inscripción están en el aire. A pesar de ello, alzaron la voz reclamando adelanto de elecciones sin estar aptos y este problema ha condicionado la conducta política de Nuevo Perú, al arrimarse a la sombra de una arboleda débil. No es el acuerdo de un congreso, no es una decisión democrática, sino una conveniencia de cúpula, para no perder vigencia.

Pero el grueso de la izquierda no está en estas andanzas y votará por la alternativa que le parezca más razonable o, viciará su voto en protesta, ya que muchos tampoco tienen confianza en Tierra y Libertad. La verdad es que no hay confianza en ninguna cúpula porque sus actos son decepcionantes. Buscamos una renovación, pero no solo dirigencial sino también ideológica y metodológica. Nuestro hábitat natural es el pueblo rebelde que no se rinde y allí está nuestra nave de desarrollo.

Tenemos impedimentos injustos en el régimen electoral y una sola regla de este, que nos pone vallas a la inscripción, ocasiona estos desencuentros en nuestras filas. De no haber sido por la necesidad de un “vientre de alquiler”, la derecha no estaría festejando nuestros desatinos. Es a este objetivo al que hay que apuntar: Cambiar las reglas del sistema electoral que impide la participación popular.

Pero todo esto es parte de un proceso de maduración de las condiciones en que nos encontramos actualmente aquí y en muchas partes del mundo. El neoliberalismo ha pasado del apogeo al declive y su fracaso reclama nuevos rumbos. Lo que ha sucedido en Chile, nos muestra que el neoliberalismo genera una bomba de tiempo de explosión social inesperada y esto asusta a todas las derechas de nuestro continente.

Todo evoluciona y eso, nos plantea nuevos retos que tendremos que asumir cuando las circunstancias se presenten. Tenemos que estar preparados para cuando la oportunidad se presente. Por eso es importante y necesario fortalecer la izquierda ideológica y orgánicamente, para un desarrollo sostenible de lucha por la justicia social. No me refiero exclusivamente a los partidos políticos, sino a toda forma de organización popular, para su legítima autodefensa, por sus propios medios.

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