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¡He decidido disolver la corrupción!


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Eleuterio Rufo Moya Cosi
21/10/2019

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Eran aproximadamente las 5 de la tarde del día lunes 30 de septiembre cuando el Presidente de la República Martín Vizcarra anunciaba la disolución del Congreso de la República, al mismo instante, el Congreso alocado, desconcertado y desesperado le otorgaba la cuestión de confianza al mandatario de la Nación después de un cierrapuertas al Primer Ministro Salvador del Solar, o sea, esperaron para cual lado Vizcarra pateaba la pelota para jugárselas, entonces el tiro les salió por la culata. De manera paralela, la muchedumbre salía a las calles como si se tratara de un mundial de fútbol. Las redes sociales colapsadas por completo en la que la gente mostraba su felicidad, se sentía orgulloso de ser peruano, porque en este país ocurría cosas maravillosas y que los extranjeros nos admiraban por ello.

Estuve atento atado a la televisión y a las redes sociales todo el día para ser testigo de algún hecho importante, pues, fue así que las redes explotaron de alegría y la televisión también. Me sentí orgulloso. No podía creer que hubiera todavía un hombre valiente, honesto y sobretodo justo. Repetía varias veces gracias, gracias Presidente, porque Perú está con hambre de justicia, de honestidad.

Hace más de veinte años la corrupción había socavado las instituciones púbicas hasta llegar al Congreso. Y que los congresistas fujimoristas y apristas se habían atrincherado en el Congreso para maquillar las huellas de Odebrecht. Bien sabemos que durante los años 90 Alan García fue librado de una pena por un Congreso de mayoría fujimorista que aprobó leyes de amnistía para violadores de Derechos Humanos entre gallos y medianoche, lo que permitió que el asesino García fuera nuevamente Presidente en el 2006. García ordenó las matanzas de El Frontón, San Juan de Lurigancho y Santa Bárbara en el año 1986. Sin embargo, por azares de la corrupción no pagó condena y fue premiado con la Presidencia con el voto de inocentes pulpines. Alejandro Toledo, Ollanta Humala, Pedro Pablo Kuczynski; todos llegaron a la Presidencia contando el mismo cuento. Y cabe aquí preguntarse si los peruanos somos tan ingenuos.

En los últimos años el fujiaprismo hizo notar cínicamente sus intereses personales y políticos, más allá del interés común. Se la jugaron todas a favor de ellos chantajeando al Presidente que se puso bien los pantalones. Prácticamente Fuerza Popular fue y es una organización criminal que se enquistó en el Congreso para luchar por sus intereses de partido. Fui y somos testigos de cómo son esos congresistas que no tienen sangre en la cara, sinvergüenzas, que juegan con el pueblo, que mueven a un grupo importante de personas iletradas a favor de ellos obsequiándoles unos táperes inservibles. Así no se juega con el Perú. Perú es un país maravilloso y no es tonto. Sino es muy tolerante, humilde, solidario, compasivo y sabe cuándo tiene que reaccionar, Perú es un país meramente inteligente. Por algo, en su cuna nacieron y se forjaron grandes hombres de las letras peruanas. Vallejo era revolucionario por tales motivos, la corrupción no es de ahora, no seamos ingenuos y no intenten engatusarnos porque al menos sabemos leer. Perú no tuvo un buen Presidente y si lo tuvo, tal vez es Velasco, el único. Arguedas no fue militante de ningún partido político, pero, sí estuvo siempre al lado del pueblo, porque fue un hombre justo como Vallejo. Heraud intentó corregir a los corruptos por la fuerza, pero, lo asesinaron a sangre fría. Lo único que se quiere es el bien común de todos, eso es la democracia. En democracia el pueblo debe sentirse feliz, orgulloso de sus gobernantes. Actualmente lo que se vive es una plutocracia en donde los que ostentan el poder no quieren soltar la mamadera, porque son ladrones egoístas, no comparten ni lo que roban.

Un Congreso disuelto que ahora vocifera que fue un golpe de Estado que ocurrió, se quejan a todo el mundo como si les hubiéramos sacado a patadas. Un hombre honesto no tiene porqué aferrarse al Congreso. Y si fue un golpe de Estado, no hay problema, porque en democracia se escucha la voz del pueblo. Vizcarra escuchó la voz del pueblo y cerró el Congreso por autorización del pueblo. No siempre se respeta la Constitución, porque ella puede estar hecha a favor de unos cuantos, mas no de las grandes mayorías.

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