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Dos por dos, metiendo las cuatro


Milcíades Ruiz

Milcíades Ruiz
07/08/2019

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Mientras la prensa nos hace poner los ojos en un estéril lío casero agitando el enfrentamiento entre dos facciones de la derecha, haciéndonos participar en la bronca; en el escenario global hay un lío mayor al que no le estamos prestando atención. Las dos facciones más grandes del capitalismo están agudizando su enfrentamiento por el empoderamiento comercial, cuyas consecuencias podrían desencadenar una conflagración mundial de nuevo tipo y que ya, nos está afectando.

Es verdad que la vieja república ha llegado a un grave estado de deterioro que requiere ser resuelto. Y es aquí donde nos hace falta una propuesta propia, coherente con nuestra ideología, sin caer en la chabacanería política. Una acertada propuesta reivindicativa es la que necesitamos en este momento histórico para elevar nuestro empoderamiento político. El pueblo ha perdido la fe en todo el sistema administrativo tradicional y no solamente en la representación legislativa.

“Todo está podrido” es una expresión popular que refleja la situación nacional. Si en este momento político el Ejecutivo planteara disolver todos los partidos políticos, el poder judicial, el poder electoral y los ministerios del poder ejecutivo, seguramente que la población en mayoría lo aprobaría. Pero la viveza del Ejecutivo está en decir figurativamente: “Por allá va el ladrón” para despistar la atención y en esto, le siguen los nuestros por falta de personalidad propia.

¿Y por qué, el ejecutivo no plantea convocar a una asamblea constituyente para cambiar la Carta Magna que nos ocasiona tantos problemas? La respuesta es obvia. Pero las fuerzas populares lo podrían plantear para fortalecer esta bandera. Eso sí, con un nuevo sistema de representación ya que el actual está viciado. El adelanto de elecciones no hará desaparecer los males intrínsecos del sistema integral vigente. Podemos pasarnos muchos años haciendo reformas que deforman, pero la maquinaria seguirá arrojando bazofia mientras no cambie los insumos.

Hemos perdido nuestra capacidad de convocatoria popular para recoger propuestas, pero creo que bien podríamos reunirnos en un foro abierto, todos los que voluntariamente deseen aportar ideas que nos permitan elaborar alternativas viables de sostenimiento político popular. Algo deberíamos hacer para apuntalar la lucha popular.

Pero retomando lo dicho en el primer párrafo, sabemos por experiencia histórica que las guerras mundiales capitalistas se iniciaron como guerras comerciales y continuaron después de ellas, con un nuevo mapa en la distribución de mercados. En la monarquía la concentración de riqueza era producto del arrebato forzado a los conquistados, pero en la época capitalista la succión de riqueza se realiza mediante la comercialización de bienes y servicios.

Cuanto más se venda, mayor será la acumulación para seguir creciendo industrialmente y es así como EE UU ha construido su poderío, alcanzando un alto nivel de vida para su población. En otros términos, el desarrollo y nivel de vida de los estadounidenses solo es sostenible, si mantiene cautivo su mercado mundial. Si algún país como Venezuela, deja de comprarle bienes y servicios de guerra, significa pérdida de mercado y así, en todos los rubros.

Pero resulta que, acogiéndose al mercado libre, propugnado por EE UU para penetrar mercados ajenos, China penetró en nuestro continente e invadió el mercado interno norteamericano. Cuando se dieron cuenta, ya China había penetrado con su mercadería y también se había convertido en el principal proveedor de insumos, materia prima y accesorios de la industria yanqui. Esto obligó a EE UU a cambiar de doctrina y tomar medidas para desalojar de su mercado a los chinos.

China le estaba succionando riqueza al rey de los vampiros, haciéndose cada día más rico y con mayor crecimiento económico mundial. Quitarle la presa al dragón no es fácil. EE UU elevó los aranceles a las importaciones procedentes de China, encareciéndolas para que no puedan competir y amplió esta medida a otros países para recuperar mercado. China hizo lo mismo con la mercadería estadounidense. Como era previsible, estas medidas y contra medidas, han ocasionado daños en ambas partes, pero también hay un desbarajuste económico que alcanza a otros países como el nuestro.

No obstante, EE UU está decidido a recuperar su mercado porque su estándar de vida está en peligro y sigue la escalada de esta guerra comercial. En el tablero de ajedrez, se barajan otras movidas y China ha apelado a devaluar su moneda para encarecer el dólar y así, restringir todas las compras a EE UU. Pero cada vez que hacen una movida estratégica, el andamio comercial mundial se desequilibra y corre el peligro de caerse provocando crisis generalizada. Las inversiones y el comercio mundial sufren este desbarajuste.

Es de imaginarse lo que ocurriría si como contramedida EE UU también deprecia el dólar. En adelante, no se sabe lo que pueda ocurrir con nuestra condición de país carroñero de la exportación de materia prima. No tenemos otra fuente que compense el desbalance que nos ocasione una crisis mundial. Es apremiante tomar medidas preventivas. Frente a esta situación, sería bueno formular una propuesta propia distinta a la que hace el neoliberalismo de reformas que recortan los derechos laborales y sociales.

Estas son solo sugerencias que probablemente no tengan eco ya que la novela política está en un nivel emocionante para muchos y todos quieren saber el desenlace, sin importar lo que suceda con nuestra economía. La farándula política continuará y como siempre, será el pueblo el que cargue con la crisis económica. Disculpen que desentone con otra música.

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