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Perú: sangre campesina derramada


Milcíades Ruiz

Milcíades Ruiz
15/04/2019

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Un futbolista recibe tarjeta amarilla cuando derriba por detrás a un jugador que está en posesión de la pelota. Se le saca tarjeta roja y es expulsado del campo de juego cuando agrede al jugador adversario. Esto es normal y justo en el futbol pero no, en las reglas del sistema de dominación. En este, es al revés. Se castiga al que cae y no el que lo hace caer con juego sucio. Se le saca tarjeta roja al agredido para que gane el agresor. Esta es una característica del juego de poder de EE UU y sus testaferros nacionales.

Más concretamente se aplica lo dicho a lo que sucede en el sistema de dominación nacional con respecto a los agricultores que cultivan coca. Con medidas de gobierno las autoridades del Congreso, Ejecutivo, magistrados y otros, agreden a los agricultores y campesinos arrebatándoles todo margen de rentabilidad. Después de hacerle caer en la pobreza, se les saca del mercado con tarjeta roja por no ser competitivo como manda el neoliberalismo.

Los niños y niñas campesinas tienen hambre pero no hay plata para nutrirlos, ni para comprarles zapatos ni para llevarlos al médico. Se tiene que curar con hierbas silvestres o, morir. ¿Qué haríamos nosotros en esta situación? Es muy triste vivir así, pero la necesidad obliga. ¿Quiénes lo obligan a migrar? El campesino no quiere desprenderse de la tierra, no saben hacer otra cosa porque su pobreza no se lo permite. ¿Quiénes son los culpables de esta desgracia? Pues los campesinos, por no ser competitivos, dirán los defensores del sistema.

Les pregunto: Si los precios de los productos campesinos no compensan los costos de producción y tienen que trabajar a pérdida, si lo que reciben a cambio de su trabajo no alcanza ni al 30% del sueldo mínimo vital, ¿Podemos ser tan crueles, de pedirles que compren tecnología para ser más competitivos? ¿Es que nadie se da cuenta, que mientras en otros sectores se trabaja con maquinaria robotizada, el campesino del ande lo hace con chaquitaclla, como en los tiempos pre hispánicos? Pero claro, “la culpa es del campesino por no modernizarse”.

¿Es que a nadie le importa? ¿A la izquierda tampoco por que los campesinos no son proletarios sino pequeños burgueses? No se culpa al gobernante ni se le exige y este, solo acude cuando la desesperación campesina recurre al bloqueo de carreteras. Entonces se culpa a las víctimas del sistema invocando el “principio de autoridad” y se reprime como escarmiento, como lo hace EE UU con los pueblos que se rebelan.

En este caso, los agricultores se ven obligados contra su voluntad a migrar a la selva, depredan bosque amazónico y siembran coca, ¿Pero acaso son ellos los culpables de esta migración? ¿Quiénes lo han obligado a sembrar coca? ¿Acaso ellos son culpables de que el café, arroz, yuca, plátano, algodón, maíz y otros cultivos de la selva no sean rentables y que la coca tenga mejores precios?

Entonces, ¿Por qué los matan? Acaban de matar a varios agricultores en la selva puneña y el Ministerio del interior en su comunicado los culpa (como siempre) de haber sido ellos los que agredieron a los policías. ¿Pero qué hacían los policías metidos en los predios campesinos en horas de la madrugada? ¿Quién les ordenó que se metieran allí? ¿Quién dio la orden de enviar tropas a San Gabán? ¿Por qué se dio la orden de disparar  bombas lacrimógenas y balas a la población indefensa? Se dispararon solos, diría cierta ex parlamentaria fujimorista.

Como siempre, se justificará la represión y todo pasará al olvido porque las vidas campesinas no valen nada para el sistema de dominación. No soportamos las ofensas ajenas ni que los ricachones corruptos tengan detención preliminar, pero que se maten campesinos, no indigna a nadie. No hay gobierno que se libre del asesinato de gente pobre. Los ricos, están libres de toda culpa y son protegidos en los barrios aristocráticos.

Este gobierno está salpicado de sangre popular y una vez más, el imperio mete sus narices porque sus serviles “Felipillos” no hacen más que cumplir las disposiciones del amo imperial. El Proyecto Especial de Control y Reducción de Cultivos Ilegales (Corah) es una disposición norteamericana que es la que financia estos proyectos antidrogas con ataques a los campesinos cocaleros.

Pero estas actividades son solo estratagema que aparenta una falsa lucha contra las drogas. Al igual que se utiliza el término ilegal para las protestas sindicales, para los trabajadores ambulantes, para los pequeños mineros, para cerrar pequeños negocios, para los pequeños servicios, así también, se utiliza el término cultivo “ilegal” para el cultivo de coca.

En el cultivo no está el delito, sino en su procesamiento con fines de lucro por drogadicción. Eso lo saben los gringos como saben también, que el mejor estímulo para mantener el abastecimiento de coca para el narcotráfico es el precio. Sin ese incentivo el narcotráfico perdería abastecedores. Se erradican plantaciones precisamente para provocar escasez y eso hace subir el precio por encima de cualquier otro cultivo.

Este es el real objetivo del CORAH. Así son llevados los campesinos a cultivar coca como la mejor opción. Así los maneja el narcotráfico cuya sede es EE UU. De lo contrario, el precio bajaría y nadie lo sembraría. El gobierno sabe de esta jugarreta y sus economistas también, pero todos se hacen los distraídos y miran hacia otro lado.

El proyecto CORA es pues, solo una apariencia de lucha contra el narcotráfico. Nos consta que Fujimori y Montesinos enviaban tropas a reprimir el narcotráfico del cual recibían maletas repletas de dinero en efectivo y hasta un avión presidencial cargado de cocaína. ¿Acaso no hemos visto a Fujimori llevar numerosas maletas en sus viajes como valija diplomática? Es el mismo procedimiento y es mentira que EE UU busque la eliminación del narcotráfico con la erradicación de plantas de coca en las chacras campesinas.

Los gringos nos hacen el mismo cuento de la guerra de opio, mediante el cual Inglaterra invadió China estableciendo la venta libre de la droga y como reparación de guerra que ellos mismos emprendieron, se apropiaron de Hong Kong por cincuenta años. Ahora, los descendientes de ingleses también nos hacen creer que ellos están contra el narcotráfico. “A otro perro con ese hueso” ¿Por qué entonces, solo van presos los capos latinoamericanos y no, los gringos que son los dueños del negocio?

¿Se imaginan ustedes el peso económico y político del narcotráfico en EE UU? La cantidad de dinero que mueve el narcotráfico en ese país es inmensa. Ellos compran flotas de aviones, barcos, submarinos, helicópteros, armamento, empresas de inversionistas que lavan dinero, poseen fábricas, casinos, cine, medios de comunicación, bancos y red financiera mundial. ¿Qué pasaría si el negocio del narcotráfico se cae?

Si el narcotráfico es el sostén de la economía norteamericana, ¿Podemos ser tan ingenuos al creer que el imperialismo está interesado en combatirlo? Muchos dirán que estoy equivocado y otros quizá se sientan ofendidos. Pido las disculpas del caso. Pero creo que esta temática merece debatirse en el seno de la izquierda.

El que calla otorga y si los defensores del pueblo no se manifiestan, creo que es de miserables, ir después a pedirle apoyo electoral al campesinado. Las organizaciones populares como tales, están en la obligación de solidarizarse con las luchas campesinas. Con mayor razón las organizaciones agrarias, pero en general toda la izquierda debe hacer escuchar su voz en defensa de los agricultores cocaleros como lo hizo en su tiempo, Evo Morales. Salvo mejor parecer.

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